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Supongamos que un líder político implementa una política que da lugar a una crisis económica que no se habría producido si no hubiera aplicado esa política en este caso. En tal situación, nos sentimos inclinados a tratar con mano dura dicha política y criticar severamente la decisión. Sin embargo, esto sería un error.
Para ver el error —como para observar tantas cosas en la vida— vale la pena convertir esto en un problema más abstracto.
Alguien está por tirar un dado (que no favorece a nadie), pero antes de eso usted tiene que elegir entre A y B.
Si elige A y el resultado del dado es 1 o 2, y si elige B y el resultado es 3, 4, 5 o 6 y todo estará bien. De lo contrario, hay una grave crisis alimentaria.
¿Qué debería hacer?
Un poco de reflexión deja claro que debe elegir B. Si después de eso el dado muestra el 1, por supuesto habrá una crisis, pero ese resultado desastroso no transformaría su decisión en algo equivocado. De hecho, si tuviera que volver a jugar, debería hacer la misma elección.